viernes, 5 de diciembre de 2008

Columna El Arbolito

No Country for Old Men

Hola queridos amigos. En la pasada ocasión platicamos sobre la película There Will Be Blood, de Paul Thomas Anderson. Hoy hablaremos de una película rodada en el mismo pueblo y al mismo tiempo, No Country for Old Men (Joel & Ethan Coen, 2007) basada en la novela homónima de Cormac McCarthy.

Los hermanos Coen han prevalecido en ofrecer al espectador una filmografía un tanto “camaleónica” en estilo de temática, partiendo desde un thriller sin precedentes como Fargo, una comedia de huimor negro como The Big Lebowski, o una película muy elaborada y me atrevo a decir “existencialista” como The Man Who Wasn’t There. Ahora los hermanos crearon una meticulosa y detallada adaptación de la novela de McCarthy, en la cual no hay un solo detalle, auditivo o visual, que no haya sido enfatizado con el afán de inmergir al espectador en la experiencia de la historia. Los Coen no estarían satisfechos con simplemente adaptar la historia y los diálogos de una manera fiel. Ellos han encontrado analogías cinematográficas para efectos literarios, una sintaxis visual para hacer justicia a las formas verbales de McCarthy.

La historia nos puede sonar algo familiar. Un hombre ordinario de Texas, Llewelyn Moss, encuentra un maletín abandonado lleno de dinero, en medio de un terreno desértico, donde hay cadáveres. Al parecer pudo haber acontecido un tiroteo entre narcotraficantes. Llewelyn decide llevarse el dinero, embarcándose en una odisea que desencadenaría una imparable oleada de violencia.

Contando una vez más con la asistencia del renombrado cinefotógrafo Roger Deakins, los hermanos Coen han hábilmente representado los panoramas desérticos de Texas y la mística representación visual de los detalles que sustentan la composición. El meticuloso contexto visual es de alta importancia en esta película, que a mi parecer hace un gran homenaje al maestro Stanley Kubrick. Cuando vemos el filme estamos en lo que se siente como un espacioso entorno, con la clara e importante excepción de que el desierto presenta coches chocados y cuerpos en descomposición. El resto de de los espacios abiertos ha sido capeado con carreteras y moteles.

No Country for Old Men es un filme de realismo espectral, en cual los personajes se sienten alienados y colaterales en encargos aleatorios , en otras palabras, que no pueden comprender como acabaron en este mundo, o en esta situación. La gran excepción es Antón Chiguhr, distintivamente interpretado por Javier Bardem. Chiguhr es un asesino de carácter mefistofélico, con un oscuro código de honor y un sentido de la justicia extraída del azar, al usar monedas de la suerte. Considero que es igual de misterioso y maquiavélico que Daniel Plainview de There Will Be Blood, con un mismo sentido de ambición, pero a diferencia del último, Chigurh es más efectivo, con menos remordimientos, un verdadero sicario. Es posible hacer una comparación del personaje de Chigurh con otro asesino filosófico, el personaje de Robert Keith en The Line Up, de Don Siegel. Si ustedes no la han visto, decido no ahondar más en estos temas para no estropear para ustedes el poder visual, auditivo y discursivo de No Country for Old Men, de los hermanos Coen. Véanla. Nos vemos el viernes.

A todos aquellos que amaron este mundo y amaron a sus amigos, reúnanse alguna vez y dedíquense un tiempo.

Columna "El Arbolito"

There Will Be Blood : No hay conocimiento que no sea poder.

Hablemos de There Will Be Blood (Paul Thomas Anderson, 2007) (Petróleo Sangriento, Pozos de Ambición.)

There Will Be Blood (basada en la novela de Upton Sinclair OIL!) se asemeja a las obras por cineastas americanos y sus cinefotógrafos a principios de los setentas, mientras se asentaban en la “vibra” de un pasado recreado. Altman y Zsigmond con McCabe & Mrs. Miller, Peckinpah y Coquillon con Pat Garrett and Billy The Kid, Malick y Almendros (y Wexler) con Days of Heaven, Coppola y Willis y Vittorio Storaro en las correspondientes The Godfather – Apocalypse Now, Ashby y Wexler con Bound for Glory, Schlesinger y Hall con The Day of the Locust, y me atrevo a decir que veo una principal influencia de la composición visual de 2001: A Space Odyssey , del maestro Stanley Kubrick.

Daniel Plainview, interpretado por Daniel Day-Lewis es un personaje un tanto complicado para construir una representación fílmica. Es un hombre que ultimadamente verá a todos como un antagonista. El peso y la emoción de la actuación de Lewis apuntan a este último escenario. La experiencia le ha enseñado a Plainview a nulificar cada consideración ajena a la suya, y absolutamente deshacerse de toda compañía humana; porque para él, el “lo peor” eventualmente emergerá en todos. Plainview es un absolutista, con un sentido del bien y el mal mucho más afinado, a diferencia del resto de la gente con la que el colisiona mientras extiende su imperio petrolero hacia el mar.

Se puede considerar que la majestuosa amalgama Lewis-Anderson es mucho más impactante que el clímax de la historia personal que han creado para Plainview. El propósito del film en sí no parece representar solamente el destino de Plainview. Su presencia sigue ahí, en su fastuosa mansión, y quizás, en el verdadero corazón oscuro de la ambición humana; la sed de poder. Para el pozo cavernoso de la ambición humana, no hay conocimiento que no sea poder.

Amárrense, amigos, porque el día de hoy hablé explícita y exclusivamente de la dimensión visual y discursiva de esta gran obra del celuloide. El próximo viernes hablaremos de la verdadera fuente de poder y fuerza vital de esta cinta. La vanguardista banda sonora encontrada por el gran compositor: Jonny Greenwood, guitarrista de Radiohead. Nos vemos el viernes.

"A todos aquellos que amaron este mundo y amaron a sus amigos, reúnanse alguna vez y dedíquense un tiempo."

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Bombay

La semana pasada, India sufrió el ataque terrorista más salvaje en su historia. Bombay fue el escenario principal. Se especula que un desconocido grupo que se hace llamar Decan Muyahidin, incendió dos hoteles; el Hotel Oberoi y el Hotel Taj Mahal y también atacó el Centro Cultural judío Nariman House. Al menos 195 personas murieron y cerca de 300 resultaron heridas en el Hotel Taj Mahal.

“Quien esté detrás de estos atentados sólo ha buscado crear el miedo. Atacando el Taj Mahal se ha golpeado un símbolo de India.” –Anónimo

“No sé que religión tienen, pero sí sé que lo que buscan es acabar con la economía de Bombay, destruir su turismo y crear el caos en la sociedad de manera que nos enfrentemos unos a otros”-Ashok Dhanraj, dependiente de una camisería en los alrededores del hotel Taj Mahal.

A raíz de estos desafortunados acontecimientos, los gobiernos de India y Pakistán, se han declarado dispuestos a realizar una cooperación. Al parecer estos países, enemigos históricos, han concluido que sólo si unen sus fuerzas podrán hacerle frente a un adversario más poderoso que sus ejércitos; el terrorismo. Analizando fríamente los hechos, ambas potencias mundiales determinan las causas de lo que sucedió en Bombay.

Las autoridades de Pakistán comentan que lo que aconteció en Bombay es una réplica del ataque al hotel Marriot en Islamabad en septiembre. El grupo yihadista Al Qaeda ha sido señalado como presunto responsable.

India sostiene que los atentados en Bombay son principalmente dirigidos contra extranjeros, especialmente ciudadanos de Estados Unidos, Israel y Reino Unido. Nueva Delhi está actualmente en un proceso de crecimiento económico y necesita de la inversión extranjera, por lo cual no quiere convertirse en un escenario de ataque para Al Qaeda.

Pakistán pasa uno de sus momentos más difíciles de su historia. La talibanización de su frontera occidental ha provocado que se desestabilice la nación. El país se ha esforzado en dar garantías a India de que su gobierno no tuvo nada que ver con los ataques en Bombay.

No es cuestionable el hecho de que lo sucedido en Bombay ha agravado la tensión entre las dos potencias. El futuro de este conflicto puede tener varias variantes; por un lado, que continúen acciones bélicas en territorios ajenos y que se refuerce el odio hacia el país vecino, y por el otro lado, que las autoridades hagan el mayor esfuerzo para subsanar los problemas existentes y hacerle frente a un terrorismo que se expande en el subcontinente asiático. Si no hay diálogo, los adversarios se multiplicarán. Estemos atentos.